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Minificciones (Spanish creative writing tiny pieces)

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Minificciones

(Spanish creative writing tiny pieces)

Este espacio está dedicado a la publicación de pequeñas obras de ficción escritas por los alumnos. Los textos son el resultado de un trabajo de escritura que empieza por una reflexión sobre el orden que se emplea en la lengua escrita en español; la escritura de oraciones simples y más tarde compuestas; el uso de nexos; la exploración de la descripción, narración y el diálogo hasta el aventurarse con formas poéticas.

This space is dedicated for the publication of minute fictional pieces written by Spanish students. The pieces are the result of a writing process that starts with a reflection on the order of written Spanish and simple and compound sentences; the use of transitions and prepositions; the exploration of description, narrative and dialogue all the way up to the adventure of writing poetry.

Mi propia mente
Rebecca Oeding

Rojo como mi corazón que salta.

Rojo como el dolor del amoroso corazón que crece para ti.

La sala está en silencio salvo por el latido de mi corazón.

Cuando te acercas, el corazón detrás de su propia mente,
no puede controlar sus acciones.

Mi corazón tiene una mente propia.

¿Será esa la mente que he de escuchar?

Corre como un río
Josh Stupka

Es una obra maestra de carpintero hábil. Una corona brillante está asentada sobre el cuello largo y esbelto. Las barras de metal están espaciadas para formar rectángulos. Por el cuello, ellas alcanzan al cuerpo hueco con forma de una pera, su vacío se revela por un agujero. La superficie de madera es suave y pulida a perfección. Seis alambres tejidos se extienden de la corona hacia el cuerpo. Ellos son la vida del instrumento, su sangre fluye con cada vibración; crean los sonidos que son la boca de la música. Ella cierra sus ojos, pero no ve la obscuridad. Rasguea la guitarra y las yemas de sus dedos bailan al latido de su corazón. Ella no necesita las palabras, los acordes dicen el alma de la poeta. Ellos cantan al ritmo de las manos y fluyen por el aire como una ola tranquila, siempre continua. La música es una droga para ella; los sonidos corren por su cuerpo y alcanzan en el fondo un lugar donde la preocupación no se puede encontrar. No hay escapatoria posible: hay libertad en la música.

La senda
Emily Kirchhofer

Las flores estaban en su máximo esplendor. El sol cubría las mejillas de los niños que jugaban en el parque. Para él, la tormenta interior aumenta. Saber lo que sucedió, lo consume. Todavía, no puede ver el brillo del día. Lo envuelve la pena, camina lentamente, mirando el suelo. La energía salió su cuerpo días antes. Cada día pasa por el mismo lugar, y eso lo hace recordar. Queda la oscuridad.

La vida real
Emily Kirchhofer

La desilusión invade mi corazón cuando me doy cuenta que empieza un nuevo día. Me estoy preguntando, ¿qué estoy haciendo? Mi mente está asustada por el sonido del despertador. El sentimiento de pesadez me atrapa y me paraliza. En ese momento la inquietud es inevitable. La idea de una vida mejor no está en ninguna parte. Ya sólo queda un creciente miedo a vivir.

La Inocencia

Emily Kirchhofer

Vivió como un niño, todavía lo despertaban sus sueños.

La prueba
Meghan Weeks

El resultado es positivo y caigo en el abismo. Hay algo amorfo adentro, que está creciendo y esperando. Me tiene atrapada. Quiero gritar pero mi garganta está demasiado seca. En las sombras de mi propio cuerpo hay un ladrón que me roba la libertad, como un parásito sin cura.

La sospecha
Meghan Weeks

Un sonido desconocido la despertó de un sueño inquietante. Ella se levantó de la cama y se acercó a la ventana para buscar la fuente del sonido. Afuera estaba nublado y oscuro. Era de madrugada, pero pudo ver en la distancia a un hombre con una pala, que estaba haciendo un hoyo grande. Mientras la mujer escuchaba al sonido de la excavación, el hombre se enderezó y la miró de forma oscura.

El intercambio
Meghan Weeks

Dio un portazo. La mujer adentro de la casa suspira. Con la cabeza apoyada en una mano, ella mira las flores en la mesa, que ya han empezado a marchitarse. Tocó un pétalo seco con un dedo y pensó en la promesa que él había roto. Oye el tañido de las campanas en la distancia. Mediodía. Con una sonrisa, sale de la casa a un día luminoso.

A puerta cerrada
Jesse Howe

Los padres trabajan de diferentes maneras mucho por el bienestar de su familia. Ellos tienen sus propias ideas sobre la vida. El padre tiene muchas razones para ser feliz. Sus hijos aparentan ser niños normales. Las cualidades de la mujer, el buen trabajo, las vidas inocentes; todo esto no es suficiente. Las cosas que ocurren en casa, se quedan en casa…

Un paseo a media noche
Tashnia Wells

Una brisa fresca acaricia las mejillas de una joven mujer. Ella tiembla mientras mira la luz suave de la luna que forma sombras grises y negras sobre su pequeño y solitario pueblo. Las sombras se transforman en formes oscuras que sólo con imaginación pueden soñar. Pero ella todavía tiene curiosidad por el misterio de la noche. Todo está silencioso a excepción del eco de sus pasos en la calle empedrada y áspera. El maullido de un gato la asusta y ella se sobresalta de miedo. Ella para y escucha cómo los latidos de su corazón se tranquilizan. Piensa en no continuar su camino. Pero entonces, a lo lejos, escucha el rumor de las olas en la playa.

La marea
Tashnia Wells

Contarte historias mientras duermes,

confortarte mientras lloras.

Jugar con alguna canción,

continuar después de haber partido.

En un latido del corazón hay ritmo,

compartes con el mundo lo que se te es dado.

Al final del viaje encuentras la marea.

Un soplo de vida hasta el fin del tiempo.

El alma del océano nunca está lejana

mientras escuches el sonido de las olas.

Los grillos
Brent Roberts

Juan está recostado en la cama mirando al techo. Afuera los grillos cantan sonoramente en la noche tranquila. De repente, los grillos paran y Juan se acerca a la ventana. La luz plateada de las estrellas ilumina el pasto y los árboles del traspatio. Juan sabe que ve algo entre los árboles, una sombra, asustado él corre a su cama y pone las mantas sobre su cabeza. Los grillos otra vez cantan.

Negro, el perro
Esmeralda Alejandre

Era una tarde hermosa, el sol brillaba mucho, los pájaros cantaban y hacia mucha calor. Era jueves por la tarde y todas mis tías vinieron de visita a ver a mi abuelito. Siempre solemos salir a caminar por las tardes, ya era costumbre. Mi mamá nos preguntó que si íbamos a salir a caminar hoy. Nosotros sin pensar, le dijimos que sí, íbamos a ir para el cerro como todos los días. Negro, nuestro perro, nos acompaña como siempre, por eso era tan divertido ir a caminar. Mi hermano esta vez lo llevaba con un lazo porque, según él, era su turno. Mi mamá al ver al pobre perro miserable le ordena a mi hermano que lo suelte. Martín no quería, pero de mala gana, obedeció. Negro al ver que era libre corrió y corrió sin parar. No faltaba mucho para llegar a nuestro destino. Antes de llegar a la cima del cerro había un tanque de agua y Martín al ver que Negro corría tan rápido se preocupado como si pudiera presentir que algo pasaría y con rapidez corrió tras él. No pasó mucho tiempo antes de que Negro se cayera al fondo del pozo. Con el corazón en la mano corrimos tras de Martin. Ver a Negro en el pozo era muy doloroso. Era como si tuvieras la cabeza debajo de una almohada sin poder respirar, sin tener a nadie que pudiera ayudar. Tiempo después, ya que no pudimos hacer nada, nos fuimos a casa, esta vez sin Negro por delante.

Mi mamá se sintió muy culpable, pues fue quien le ordenó a mi hermano que soltara a Negro, pero jamás se imaginó que esto pasaría. Ella no podía ni mirar a Martín en los ojos, el remordimiento era grande. Al día siguiente se oyó que alguien tocaba la puerta con muchas ansias. Mi papá abrió, ahí se encontraba un señor ya mayor. Era de estatura baja y cabello blanco, al lado de él estaba Negro, vivito y coleando. En ese momento no comprendí cómo Negro había sobrevivido cuando se cayó al pozo. Lo más impresionante era lo que salía de la boca del señor. “Al escuchar ladrar al perro decidí acercarme y miré cómo sostenía su cabeza arriba del agua” decía el señor: “Nunca en mi vida había visto a un perro desafiar la muerte como él lo hizo, en realidad no quería morir. Tienen un perro muy valiente.” Después de lo que le había sucedido a Negro nunca más soltamos al perro.

Cuentito
Emerson Stewart

Era la media noche y las calles estaban vacías. Las luces de las farolas reflejaban en los charcos donde que crecían los arcoíris por el aceite derramado. Una chica en una minifalda estaba caminando por la calle y sus tacones resonaban en las paredes de ladrillo y concreto. La noche estaba en calma.

Yo no sabía por qué razón estaba aquí, solo que no podía ver el nombre de la calle. Pasé al lado de un vagabundo que estaba durmiendo igual que las bolsas de la basura. Me di cuenta que mis zapatos estaban humedecidos, también mi ropa y mi pelo corto. Había agua por todas partes, pero todavía yo tenía sed. Yo me acuerdo desayunando en casa, el pan tostado con mantequilla y dos tazas de café, montando el autobús a mi trabajo, y luego… y luego… se oscureció. No había nada en las seis cuadras siguientes. Finalmente, crucé un bulevar con coches que pasaban junto a mí y sus luces ocultaban a los extraños.

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